Salvador Dalí fue un artista que se atrevió a traspasar las fronteras de mundos mercantiles como la moda, la arquitectura, el escaparatismo, el diseño de empaques, la joyería y la publicidad. No en vano, para muchos es el precursor más importante del surrealismo, corriente que se caracteriza por dejar de lado el aspecto racional de las cosas y ponerlas en entornos poco comunes.
Estaba convencido que tanto su imagen como su firma hacían las funciones de logotipo y en todo lo que estuvieran presentes les agregaba valor. Esto se apoyó en la fascinación que sentía por el dinero, condición que era motivada por su esposa Gala Éluard Dalí que contaba con una habilidad innata para los negocios.
Dicha avaricia desde luego que para muchos no era vista como algo digno de un artista, al punto que el escritor André Bretón lo bautizó con el apodo de: ‘Avida Dollars’, cosa que jamás perturbó a Dalí porque nunca lo escondió.
Aunque su carrera artística inició a mediados de 1920 y la revolución de marketing sucede en la década del 60, fue un adelantado para su época. Trabajó en su marca personal, la forma de su bigote y su vestimenta de dandi lo hacían inconfundible. Era un showman en toda su expresión, creaba performances, lanzaba opiniones polémicas sobre temas políticos, tenía un oso hormiguero de mascota con el que salía por la calle, cazaba peleas con otros artistas como con Picasso y los surrealistas franceses. A los medios les gustaba esto y él aprovechaba para generar free press, sabía que esa exposición era rentable. El mismo decía: “quien quiere interesar a los demás tiene que provocarlos”.
Fue crítico de la sociedad de consumo, pero supo guardar un balance entre la alta cultura y la cultura popular, cosa que desde luego jugó a su favor. Esto lo empezó a explotar con mayor determinación cuando se exilió en Nueva York a causa de la segunda guerra mundial.
Una de sus obras más famosas en la publicidad se da en 1969 con el diseño el logotipo de la marca de golosinas Chupa Chups. Cuenta la historia que Enric Bernat, presidente de la compañía tuvo un encuentro casual con Dalí en una cafetería y el en menos de una hora realizó el boceto de la característica flor amarilla con tipografía roja. Bernat, había contratado una agencia para dicho proyecto, pero el encuentro accidental con Dalí desvirtuaría las otras propuestas.
También realizó escaparatismo para el centro comercial Bonwit Teller de Nueva York, diseño el empaque del perfume Le Roy Soleil de Elsa Schiaparelli, portadas para las revistas Harper’s Bazaar y Vogue, una serie de piezas gráficas para la marca de ropa interior femenina Pantys Bryans, así como para los automóviles Datsun de Nissan.
Su participación en la publicidad no paro ahí porque actuó en comerciales de: Chocolates Lavin, Alka-Seltzer, Brandy Veterano, Aerolíneas Braniff, Licores Peppermint, Hotel Saint Regis, además pinto cuadros exclusivos para Iberia y también apareció en sus comerciales. Cuenta su biógrafa Meryle Secrest que su tarifa mínima por un minuto de filmación era: U$S 10.000.
El trabajo de Dalí no solo está en los museos, es atemporal y aún sigue inspirando en la publicidad por eso no es raro encontrar numerosas piezas diseñadas con su estilo como ha sucedido con las marcas: Lipton, Absolut, Lexus, Volkswagen y Pizza Hut. Tampoco hay que olvidar que en la famosa serie de Netflix La Casa De Papel las máscaras de los protagonistas reflejan su imagen.
Rodrigo Esteban Delgado A.
Editor, Copy Estándar
Fuentes
-The Dalí Universe. (2016). Dalí y la publicidad. Recuperado de: https://bit.ly/2uiYP7Y
-Teatro-Museo Dalí. Salvador Dalí i Domènech. Recuperado de: https://bit.ly/2SPrESU
-Merca 2.0. (2015). Salvador Dalí y su influencia en la publicidad. Recuperado de: https://bit.ly/2VpWqnp
-Gamero A. (2013). La piedra de Sísifo: Dalí y la publicidad. Recuperado de: https://bit.ly/38RRiMz
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