
Las elecciones locales en Colombia están a la vuelta de la esquina y alrededor de la contienda política se ha logrado apreciar en las principales ciudades y departamentos, grandes campañas dirigidas por estrategas reconocidos, así como un gran despliegue de planes de medios nutridos por debates transmitidos en radio, televisión, plataformas digitales; al igual que infinidad de encuestas que inflan a unos y hunden a otros.

Pero alrededor de esto también circundan otros candidatos muy particulares con presupuestos drásticamente menores, pero con enormes ganas de tener exposición pública y figurar en los ‘mass media’. Sus estrategias para lograr esto no son muy claras, terminan por creer que el fin justifica los medios y alcanzar rápidamente la viralidad se convierte en su único objetivo. Por tal motivo no es raro que este rodando un video en el que aparece Homero Simpson con un doblaje de voz sobrepuesto invitando a votar por un político del partido Liberal que busca una curul en concejo de Arauca. Como si esto no fuera demasiado dos aspirantes al consejo de Medellín optaron por tácticas muy peculiares. Uno de ellos del partido ASI aparece en las piezas publicitarias desnudo y otro del partido Liberal incluye en su eslogan de campaña que es virgen. Asimismo, otra cantidad de candidatos han tomado canciones de regeateon y de manera forzada han cambiado la letra para adaptarlas a sus propuestas electorales.

En gran medida esto es motivado por asumir que a las personas les gustan los memes y todo aquello que se le parezca, sin analizar si ese humor burdo realmente le aporta algo relevante a la campaña dado que los grandes medios cuando publican estos contenidos suelen mostrarlos como un chiste, anulando de la noticia el proyecto político, por ese motivo es importante tener claro que: no es lo mismo que se rían con uno a que se rían de uno.
El humor y la política no son incompatibles, desde otra barrera, en el entorno colombiano han existido personalidades como: Jaime Garzón, Juanpis Gonzalez, Matador; entre otros, que han usado esta herramienta para explicar problemáticos sociales y sentar posturas ideológicas. Lo importante es tener claro el propósito. Está bien que un político desde su marca personal se proyecté con una imagen jovial y divertida, el problema es cuando ser chistoso es su única plataforma de comunicación y termina por volverse el bufón del pueblo. En este punto la viralidad puede convertirse en un arma de doble filo, porque sin bien las personas en sus redes sociales comparten el contenido que sienten relevante, también lo hacen con aquellos que les parece ridículo con el fin de divertir a sus contactos.
Desde luego que eso no es un postulado que va en contra del contenido sencillo y de fácil asimilación para todos los públicos. La historia está llena de casos de éxito de este tipo que suelen ser polémicos, pero desde el punto de vista de la estrategia de comunicación han sido efectivos, como por ejemplo, la frase: “es la economía, estúpido” que repitió incansablemente Bill Clinton durante su campaña y que terminó por catapultarlo a ganar a la presidencia de Estados Unidos frente a Bush padre quien buscaba su reelección.

Desde luego que esto no solo ha sido un fenómeno colombiano. En Argentina el candidato a la presidencia Nicolás del Caño –que en las encuestas de intención de voto ha rondado el 2%- tiene unos comerciales emulando ser parte de la banda de atracadores de la serie televisiva La Casa de Papel, para demostrar su intención de vencer el sistema. Contendidos que dejan en tela de juicio si en todos los casos se respetan los derechos de autor de las obras. Por su parte México está repleto de piezas publicitarias que sin proponérselo alcanzaron una viralidad mundial como el caso de la canción del video institucional de un partido político títulado: Movimiento Naranja, en donde aparece un niño indígena interpretando un baile típico y cantando una canción que resulta ser pegajosa, a tal punto que terminó por volverse un hit, salió del entorno político y llego a bailarse en las discotecas. Igualmente, sucedió con Javier Zapata, candidato a la gobernación de Nayarit quien salto a la fama en el 2017 dado que uno de los integrantes del equipo de comunicación, utilizo mal la plantilla de las vallas y estas fueron impresas con el mensaje: “hastag de la campaña”. Esto trascendió tanto que Netflix aprovecho el impase para promocionar su serie Casa de Cartas. El efecto viral se empezó a perder cuando el candidato en vez de admitir la falla con sentido del humor, expreso a los medios que esta acción estuvo fríamente calculada para generar dicho alcance, historia que careció de mucha credibilidad y afecto la confianza del público.

Un viejo refrán dice que quien no arriesga un huevo no tiene un pollo y en este orden de ideas romper el molde en búsqueda de la originalidad siempre será válido, dado que tanto en la vida cotidiana como en la política es algo que se suele premiar. Para que esto tenga éxito dicha exploración debe ir acompañada de un plan de contenido que vaya en dirección de las necesidades, preocupaciones y deseos de los electores con el fin de alimentar la campaña. Porque de nada sirve unas piezas publicitarias rimbombantes que al fin de cuentas pueden ser contraproducentes porque generan ruido, pero no comparten los valores del proyecto político. En conclusión, cualquier acción en el marketing político que no tenga un argumento fuerte será pólvora desperdiciada sin importar cuantas veces sea replicada.
Rodrigo Esteban Delgado A.
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